El príncipe Herr Hans de Ringstetten se ha perdido en la Selva Negra, un bosque oscuro y maldito, según cuentan. Pero el joven noble tiene la fortuna de encontrar al viejo Ulrich, quien le ofrece su humilde hogar para pasar la noche.
Es así como conoce a Ondina, la hija adoptiva de Ulrich, una chica rebelde y un tanto maleducada de la que Hans queda prendado al instante. Esa misma noche, en plena tormenta, la chica se enfada y sale a la intemperie, siendo el príncipe quien la rescata de una muerte segura. Es ahí cuando ella también cae rendida a los pies de él.
Los jóvenes enamorados se casarán, pero todo cambiará cuando Ondina le confiese a Hans que en realidad es un espíritu del agua, y se marchen a vivir al castillo del joven, donde aguarda Úrsula, enamorada también del noble y quien hará lo imposible por destruir la relación.
Benjamin Lacombe guioniza, además de ilustra, Ondina, una libre adaptación de un cuento y de una obra teatral sobre las bellas ninfas acuáticas de la mitología griega.
Una vez más, el autor francés me ha enamorado. Esta obra es la más cuidada que he visto, es una auténtica joya. Es de esos libros a los que ni siquiera me atrevo a ponerles mi nombre, de los que paso cada página con infinito cuidado por temor a estropearlo.
Sin embargo, en esta ocasión, a diferencia de la otra, he echado de menos un mayor desarrollo de la historia. Creo que se dan unos saltos temporales importantes, y quizá se podría haber dado más relevancia al texto, haberlo trabajado un poco más.
En cuanto a los dibujos, ¿qué puedo decir? Me han encantado. Los rostros pálidos de sus personajes siempre son muy expresivos. Destacan los ojos de cada uno de ellos, esos ojos grandes, algo saltones. Otro aspecto que me ha llamado mucho la atención en esta ocasión es el largo y pelirrojísimo cabello de la protagonista, de Ondina. ¡Cómo atrapa a Hans, literalmente! Por supuesto, el aire tétrico vuelve a estar presente: los dibujos son de una carga dramática importante, son melancólicos, tristes, incluso.
Y qué edición la de Edelvives, como comentaba, una preciosidad. La historia se presenta en un formato más bien rectangular, con unas llamativas cubierta y contracubierta de tapas duras con unas preciosas hojas de cortesía en tonos azules cuyos dibujos forman olas por una de las caras, mientras que por la otra ya empieza el mito, que para nada se hace de rogar. Qué maravilla de portada: en una hoja semitransparente y en tonos grisáceos aparece un primer plano del rostro de Ondina cuyo pelo cae como si fuese una cascada de agua cubriendo el bosque encantado. Las páginas como esta, similares a las de calco pero de mayor grosor, se intercalan con las hojas normales a lo largo de toda la obra.
En definitiva, es un libro delicioso para el paladar que sabe a muy poco, por lo sencilla que resulta la trama y la falta de un mayor desarrollo, pero también es maravilloso al tacto y, sobre todo, es precioso a la vista. En pocas palabras, todo un amor de historia.
En definitiva, es un libro delicioso para el paladar que sabe a muy poco, por lo sencilla que resulta la trama y la falta de un mayor desarrollo, pero también es maravilloso al tacto y, sobre todo, es precioso a la vista. En pocas palabras, todo un amor de historia.
Tengo pendiente la reseña de este libro, que leí este verano en francés; es una edición preciosa que hará las delicias de cualquier amante del género. 1beso!
ResponderEliminarAys, yo quiero este libro!!! Bueno, quiero cualquier libro ilustrado por Lacombe...
ResponderEliminarBesotes!!!
¡Hola!
ResponderEliminarQué maravilla de libro, me gusta tanto la historia como las ilustraciones. Me encantaría leerlo:)
Un besito.
Es de mis favoritos del autor, la edición es una preciosidad y la historia me gustó mucho. Yo no la vi tan simple como otras del autor, por ejemplo me viene a la mente Genalogía de una bruja, sin contar el libro de las brujas que es impresionante, la historia de la niña es demasiado simplona.
ResponderEliminarUn beso!!